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El transformador impacto del Método Langford en los espacios educativos
  Educadoras de 25 colegios municipales de La Serena ya están constatando los rápidos y sorprendentes cambios que esta herramienta de desarrollo de habilidades cognitivas y emocionales está teniendo al interior de las salas de clases de los niveles pre kínder y kínder.

Transcurrido más de un semestre de iniciada su intervención en 25 colegios municipales de La Serena, el Método Langford ya está dando sus primeros y positivos resultados, logrando transformar lo que antes eran agotadoras y estresantes jornadas de clases, en armónicas, efectivas y enriquecedoras interacciones entre estudiantes y educadoras.

En el Colegio Caleta San Pedro, por ejemplo, el cambio ha sido evidente. Antes, un día de clases “normal” en el nivel prebásico era un complejo y gran esfuerzo de la docente por controlar a los inquietos párvulos y concretar su objetivo de educar. Hoy, en cambio, transcurridas más de 80 sesiones bajo el Método Langford, la realidad es muy distinta.

Claudia Rojas Sepúlveda, educadora de párvulos del Colegio, recuerda que “antes de comenzar con el método, era muy difícil trabajar con los niños, porque no sabían lo que significaba el autocontrol, la autonomía, el respeto, el silencio y seguir instrucciones. Pero, a través del método, pudimos implementar varias estrategias para avanzar hacia los aprendizajes, de la mano de la autonomía de los niños y el desarrollo del deseo de ellos por trabajar. Para nosotros ha sido realmente un cambio muy significativo”.

La favorable transformación se repite en la mayoría de los establecimientos municipales de La Serena. El Colegio José Manuel Balmaceda es otro claro ejemplo de aquello. Su educadora de párvulos María Olivia Valenzuela, también ha aprovechado el Método Langford para generar las mejores condiciones en el aula para un adecuado proceso de enseñanza-aprendizaje.

“Tengo muchos años de experiencia y siento que ahora me siento en mi mejor momento profesional gracias a este tipo de ayudas, como el programa AILEM y el Método Langford. Pienso que, para que esto resulte, una debe apropiarse de estos cambios y querer lo que está haciendo. Así se consiguen resultados. Y no sólo en el aula, sino también en las casas, donde son los mismos niños quienes promueven un mayor respeto y un orden en la convivencia familiar”, afirma la educadora María Olivia Valenzuela.

UN APRENDIZAJE PARA EDUCADORAS

El impacto del Método Langford también ha sido notorio y radical en las propias educadoras. Así lo reconoce la profesional del Colegio Germán Riesco, Patricia Lafuente, al afirmar que “yo antes era un poquito autoritaria y dirigía mucho a los niños. Hoy, en cambio, estoy autocontrolándome y promoviendo que los niños sean más autónomos. El método también ha sido para mí, clase a clase, un aprendizaje”.

Su gran mérito, según destaca su creadora, la psicóloga y escritora británica Sylvia Langford, radica en retomar las cosas simples que los adultos hemos dejado de mirar.

“Siempre le echamos la culpa a los niños, pero cada uno debe hacerse cargo de volver a buscar al adulto tranquilo, paciente, cercano y coherente que permite que los niños tengan un sano desarrollo. La idea es que las familias y profesores se den cuenta que no todo es enfermedad, que no se necesitan más especialistas para tratar a los niños, sino que reencontrarnos con lo que somos”, señala.

Su método, aclara, no es pedagógico; se encarga de generar las condiciones idóneas para que ocurra lo pedagógico.


APORTE A LA EDUCACION PUBLICA

El secretario general de la Corporación Municipal Gabriel González Videla, Rodrigo Valenzuela, destacó la importancia del Método Langford, afirmando que representa una gran oportunidad para la educación pública municipal, ya que permite avanzar en aspectos transversales de la gestión educativa, interviniendo directamente en aquellos problemas y dificultades que limitan el logro de objetivos académicos.